Lema curso 2024-2025

ESCUCHA, CONECTA, ¡TRANSFORMA!

Inmersos en un mundo de inmediatez, de cambios fulgurantes y destellos que no dejan mas que un ligero recuerdo, nos proponemos un reto que abordaremos durante los próximos tres años: Escucha, conecta, ¡transforma!.

Estar muy conectados no significa siempre estar bien comunicados. Somos seres en relación. Nos hacemos y deshacemos en el encuentro con los demás. Necesitamos a los otros para ser normales y felices. Toda persona tiene un matiz que aportar al Reino de Dios.

Estamos conectados por fuera, pero, ¿lo estamos desde dentro? ¿Estamos conectados cada uno con nuestra fuente de vida, la que está dentro de nosotros? ¿Está orientada nuestra vida hacia lo que estamos llamados a ser?

¿Esta conexión nos lanza hacia “fuera”? ¿Nos pone al servicio de los demás? ¿Nos invita a juntarnos con otros para perseguir objetivos y proyectos comunes y compartidos? ¿Sentimos la necesidad de pertenecer a un grupo mayor, de ser una comunidad que comparte la vida, la fe y el compromiso por un mundo mejor?

¿Cómo romper con el aislamiento que nos encierra en nuestra propia individualidad (personal, familiar, con “los míos”) y autorreferencialidad?

Jesús estaba conectado con su fuente interna, su Fuente de Vida, con su centro más profundo, con su Abba, su papaíto, Dios Padre. Lo sabemos porque el evangelio nos dice, con frecuencia, que se retira a orar. Pero también por sus manifestaciones externas, por su forma de afrontar las dificultades y las circunstancias diarias, por su forma de relacionarse, de mirar a las personas, de comprender la realidad y de hablar del Reino de Dios con plena libertad, sin ninguna autorreferencialidad ni engaño.

Jesús estaba conectado consigo mismo, con la fuente interna que era el Padre, con sus emociones, con su corporalidad, con su yo profundo. Desde ahí le brota, hacia fuera, la bondad, la verdad y la belleza; hacia dentro, rebosa de lucidez, plenitud y gozo sereno para aceptar lo que va a ocurrir con su vida, convencido de que vale la pena entregar la vida por amor hasta la muerte. Siempre fiel al Padre y a su proyecto del Reino.